“Encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lc. 2, 12).
Sin embargo, en buena parte de nuestras calles, no se encuentra “señal” alguna del nacimiento de Cristo. Es verdad que nos ha sorprendido el despliegue de todo un alarde de psicodélicas luces decorativas: figuras geométricas, diseños surrealistas, difusas evocaciones del abeto… Adornos muy llamativos y exuberantes, pero… carentes de significado y de mensaje. Todo un esfuerzo estético de una cultura materialista, que pretende vestir la nada de brillantes colores, “engalanando” el sinsentido de una
“Navidad” sin “Natividad”.
Y es que, con el paso de los años, la casi nula presencia de los típicos símbolos cristianos de la Navidad en las calles y edificios de las principales ciudades de nuestro país ha logrado ir adormeciendo el verdadero sentido de esta fiesta eminentemente religiosa y, sobre todo, en momentos en los que un reciente fallo judicial, que ordena la retirada de un crucifijo de un colegio público de Valladolid, vuelve a convertir a estos símbolos en la piedra de toque para la confrontación y el desgaste de la convivencia. Sin significado ni mensaje.
"Cualquier gesto pueda ayudar a hacer más visible el verdadero sentido de la Navidad". Este es el lema que se han propuesto los obispos españoles de cara a la celebración de este tiempo litúrgico en cada una de sus respectivas diócesis.
Adornar las casas y balcones con símbolos cristianos y ser más solidarios, sobre todo ahora que la crisis ha dejado en el paro a tres millones de españoles, son algunas de las iniciativas que, en medio de un ambiente «cada vez más pagano y consumista», proponen los prelados en sus cartas pastorales de las últimas semanas con motivo del inicio del Adviento. Quieren impulsar a los cristianos a manifestar que el tiempo de Navidad «es un momento para recordar y festejar el nacimiento del Niño Dios»
.Siempre ha impresionado que los dos grandes signos del cristianismo sean tan humildes y austeros: la Cruz y el Niño en un pesebre.
Parece como si Dios hubiese elegido hacerse presente en nuestra vida bajo el signo de la debilidad, como pidiendo permiso para entrar, sin deseo alguno de imponerse a quien no le otorgue libremente su consentimiento.
El debate sobre la presencia de los signos cristianos en los espacios públicos, se ha orientado hacia las luchas reivindicativas, dejando en el olvido la perspectiva divina del mensaje. Yo me imagino a Jesucristo conversando con el conserje del colegio, o con el funcionario municipal, que cumplen la orden de retirar el pesebre y el crucifijo: “¡Pero, Antonio, si yo sólo quería deciros a todos que os quiero!”.
La señal de la cruz es el signo universal del amor
y de la paz
No hay comentarios:
Publicar un comentario