Al finalizar nuestra estación de penitencia, a los que participamos en ella, además del cansancio, nos queda un gran sentimiento de satisfacción interior y plenitud. Los momentos que hemos vivido quedan grabados en el recuerdo. Un año más hemos cumplido con nuestro deber como hermanos y tenemos la sensación de haber recibido del Señor un momento de gracia difícil de explicar con palabras.Todos, desde nazarenos, costaleros, mantillas, diputados, penitentes, acólitos, capataces, músicos, presidencias, contraguías,.... guardaron un respeto y una compostura digna de alabar, y en las que su comportamiento fue ejemplo a seguir para muchos. Nuestra Hermandad hizo gala de su carácter serio, solemne y elegante por las calles. Una Madrugada en las que el Señor y la Santísima Virgen se sintieron arropados por el calor devocional de todos sus hermanos.
Una Estación de Penitencia más que nos sirve para seguir luchando por nuestra Hermandad, para mantener la llama de la fe más viva que nunca, porque ya solo falta un año para volver a estar en la calle.
Por ello, y porque se mantenga durante mucho tiempo, debemos dar Gracias a Dios, y sentirnos más que nunca satisfechos, porque nuestra Hermandad, lejos de la Estación de Penitencia, está viva durante todo el año, y eso hace que estemos cerca de ella siempre.
Que sea así por mucho tiempo.
